miércoles, 22 de junio de 2011




Impactantes testimonios de cristianos en el Terremoto y Tsumami de Japón
Aiko Chinchilla vive en una provincia llamada Saitama, la cual colinda con la capital, Tokio. Ella contó que donde vive el sismo tuvo una magnitud de 5 grados. “En los alrededores de mi casa no hubo daños, y la información que cuento del terremoto proviene de la televisión. Siguen las réplicas de 3 a 4 grados y las puedo sentir aquí donde vivo”.
“Lo que yo puedo decir es que ya hace un par de días ya se habían sentido unos seísmos y habían dicho que tuviéramos cuidado porque podía venir algo más fuerte. Yo nada más me pongo en las manos de Dios, porque esto puede suceder en cualquier lugar. Nada más hay que encomendarse y esperar la voluntad de Dios, a cualquiera le puede tocar fallecer en una situación así y ese no es el fin de uno, eso todos lo sabemos muy bien. Entonces aunque sí me atemoriza un terremoto, uno está en las manos de Dios y que se haga su voluntad.”
“Cuando sucedió el sismo mi esposo se encontraba trabajando en Tokio, y creí que hoy no regresaría a casa pues los trenes no están funcionando”, dijo Aiko. “Sin embargo le prestaron un coche de la empresa y viene de camino. Él y yo nos hemos estado comunicando por correo electrónico pues las líneas de teléfono están saturadas y no funcionan”.
“Normalmente desde Tokyo hasta mi casa se demora en carro si acaso una hora, sin embargo mi esposo salió desde allá hace 5 horas y aún no llega pues hay muchas presas”, agregó la joven que fue a vivir a Japón desde Costa Rica hace algunos años.
Por su parte, Rick Justus, un misionero a Japón, narró a CBN News la severidad del trágico terremoto y el subsecuente tsunami. El y su familia viven en la ciudad de Shimada a dos horas al sur de Tokio. “La magnitud del terremoto aquí fue registrada en unos 4 grados y tuvo una duración a cualquier otro que hayamos experimentado antes, duró unos 4 minutos”, dijo. “Tenemos amigos misioneros en el área afectada por los que estábamos preocupados. La mayoría de ellos parece estar bien. Pero una familia de mi iglesia tiene tres tías en el área del tsunami a las que no han podido contactar aún”, agregó el misionero.
“Esta es una buena oportunidad para nosotros como cristianos para alcanzar a los afectados con compasión como hicimos cuando ocurrió el terremoto en Kobe. Entonces tuvimos muchas oportunidades de llevar sábanas y alimentos y otras cosas en medio de la tragedia”, comentó Justus.

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